lunes, 25 de julio de 2016

NO ES BUENO IGNORAR NI INTENTAR EVITAR LAS RABIETAS



Imagínate que has discutido con tu jefe o tu pareja. Te sientes mal, incomprendido y solo. Para colmo, llegas a casa y nadie te hace caso. Todo el mundo sigue con su vida como si tu dolor no existiera. Y lo que esperan de ti es que lo superes para que así no les molestes con tu abatimiento y tu mal humor.
Esta es exactamente la misma situación por la que pasa tu hijo cuando tiene una rabieta. Ignorarlo hasta que se canse de llorar solo consigue una cosa: que deje de llorar porque se ha cansado. Ahora está cansado, frustrado y triste por no sentirse comprendido. Comprender no significa ceder.
  • Hablar con él en esos momentos es muy difícil pero puedes decirle: “Veo que estás muy enfadado. Te dejo unos momentos para que te relajes. Luego podemos hablar de lo que ha pasado”. Le das tiempo pero no lo ignoras ni cedes.
  • “Entiendo que no quieres ir a dormir. Son divertidos esos dibujos animados pero el tiempo de la televisión ha terminado. Ahora toca ir a dormir.” Le recuerdas la norma, entiendes sus necesidades y le indicas qué se espera que haga a continuación.
  • Y si tu hijo es adolescente, aplícalo también. “Ya sé que te gustaría ir a esa fiesta. Están tus amigos y va a ser una decepción para todos. Ojalá no tuviera que ser así…” ( la última vez se pactó que, debido a las malas notas, solo saldría un día a la semana y no dos). Entiendes cómo se siente pero no vas a pasar por alto las consecuencias.


Muchos de nosotros hemos sufrido en nuestra carne las secuelas de la influencia de una educación basada en la ignorancia:
  • No le hagas caso. Déjale llorar, así se acostumbrará a calmarse solo. 
  • Si le haces caso, solo conseguirás reforzar esa rabieta. 
  • Llora para llamar tu atención. Si lo consuelas, lo hará siempre.
  • No le hagas caso o lo convertirás en un tirano.
Es la educación de la ignorancia, no porque su filosofía fuera ignorar las necesidades de los niños, sino por la ignorancia que demostraban los adultos respecto a las necesidades emocionales, afectivas y cognitivas de sus hijos. Cuando un niño llora porque no ha conseguido algo, cuando grita porque se siente mal, cuando no puede calmarse cuando se separa de sus padres tiene un clarísimo objetivo para hacerlo y no es molestar a sus padres. Ni manipularlos ni desafiarlos. Eso llega después, cuando después de reclamar su ración de seguridad y apego, nadie le responde. Entonces su mecanismo de supervivencia se activa y hace lo que sea para obtener ese apego que tanto necesita para vivir. Lo que tu hijo quiere es sentir que comprendes su malestar y que estás a su lado. A veces, le podrás ayudar. A veces no. Pero eso no es tan importante para él como que entiendas cómo se siente.
¿Qué le enseñas cuando le ignoras?
  • Al ignorarle le enseñas que no es importante para ti, no lo suficientemente importante para que te tomes en serio sus necesidades.
  • Le demuestras una gran falta de empatía, que le fomentará un pensamiento egocéntrico y episódico.
  • Aprende que no es bueno comunicar sus sentimientos ya que las reacciones de los demás no se corresponden con sus necesidades, incluso son negativas. “Es peligroso demostrar mis sentimientos”. 
¿Dos opciones o tres?
Algunos padres creen que solo existen dos posibilidades para corregir comportamientos negativos o malas decisiones de nuestros hijos: castigar la falta o ignorar al niño. Pero existe una tercera:





comprenderles y hacerles ver que les acompañamos no significa ceder o dejarnos manipular. Puedes ser empático y sensible con sus necesidades y firme en tu manera de aplicar las consecuencias. Un niño con sus necesidades emocionales satisfechas es mucho más “racional” que otro que tiene que luchar por conseguirlas.
Elena Roger Gamir
Pedagoga – Solohijos.com

 TOMADO DE:

http://www.solohijos.com/web/por-que-no-hay-que-ignorar-a-tu-hijo-cuando-tiene-una-rabieta/


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